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Mensaje  Baron Valimar Mar Ago 18, 2009 9:59 pm

Pues bueno, abro este tema para a quién le interese ponga cosillas sobre partidas de rol que tenga activas. Historietas de sus pj, ambietaciones....Yo me atrevo con unos escritos que tuve que hacer en una partida del Señor de los Anillos porque era un enano Cronista. Está ambientado en la Cuarta Edad o el Reinado de Aragorn y su linaje. Son como recopilatorios de las sesiones que tuvimos (los nombre en negrita son otros jugadores)


NOCHE
De las crónicas de Thorik, discípulo de Filn El Sabio.

Vigésimo cuarto día de Septiembre, del año 214 C.E.
Han pasado ya tres largas semanas desde que la comitiva enviada por Elessar Elssarion, Hijo de Aragorn, actual Señor de Gondor y Arnor, partió de Minas Tirith hacia el Folde Oeste, bajo el mando de Elianth, Capitán de la Guardia y primero al mando.
Tres largas semanas en las que apenas hubo un ápice de actividad bélica enemiga, excepto por algunos restos de aldeas en la Marca, quemadas y desoladas por el paso de la infesta presencia de las criaturas del Caído.
Tras una marcha de algunos días, se estableció la base del campamento a media jornada del linde con el Bosque Negro, en el Puño, bañados por la rivera del Anduin.
Hubiese sido una jornada muy tranquila, de no ser por la cantidad de sucesos de dudosa naturaleza que poblaron toda la noche.
Aelur, hijo de Aël, Patriarca de la Casa Cûnageth de Gondor, distinguió la figura de un jinete en la lejana oscuridad. Cuando se le acercó a las lindes del campamento, donde comenzaba el dominio de la luz de las hogueras, se apreció que el soldado había sido alcanzado por dos flechas. Como mandaba la tradición entre los hombres se preparó el cuerpo y se le dispuso una tienda para darle reposo hasta el alba.
Contemplé un hecho, al que aún no puedo encontrarle sentido alguno. La Dama Gilraën, hermana del sucesor al Trono de Rohan e hija del Señor de la Marca, había convocado con un simple silbido al corcel Sombragrís, antaño montura del legendario Mithrandir, llamado una vez el Grís, y enviado de más allá del mar por los mismísimos dioses, para combatir la influencia del Señor Oscuro. Aún no he podido comprender porqué se le ha dado ese privilegio a una joven niña de apenas diecisiete primaveras.
Tras unos momentos de calma, la campanilla que se había colocado en el entro del campamento sonó frenética. Se detectaron algunos incendios activos en algunos puntos del campamento, a lo que se probablemente terminó considerándose como un accidente sin importancia.
Más tarde, los cuernos de la atalaya que se había levantado en una colina cercana, tensó todos los arcos y afiló todas las espadas.
Según los avisos dados por el soldado, lo que muy probablemente fuera una hueste de Hombres del Este, que se acercaba por la orilla opuesta del río, a lo que inmediatamente, Elianth contestó con la llamada a la armas. Se tuvo que “persuadir” a la Dama Gilraen, que no intentase entrar en combate.
Fui encargado de redactar cartas de aviso para Garth, Señor de la Marca, y a Thranduil, actual Rey del Bosque Negro.
Lo extraño no fue ese inesperado ataque del enemigo, si no que dicho ataque no se llegó a consumar. Las tropas invasoras no llegaron a cruzar el río, si no que, inesperadamente, cambiaron de rumbo y volvieron por el mismo camino por el que vinieron.
Tras esto, se doblaron los centinelas y los principales comandantes de los escuadrones reorganizaron la disposición de las tropas.
Eregian, llamado el Carmesí, designado consejero del Capitán, pidió que se le mantuviera al tanto de cualquier movimiento.

Tras algunas horas del antinatural suceso, nuestra tranquila y monótona velada alrededor de la hoguera fue bruscamente interrumpida cuando Aelur, súbitamente se levanto y disparó una flecha en una dirección perdida. Cualquier ojo inexperto habría apreciado a simple vista que su flecha se perdió en la oscuridad, sin alcanzar objetivo alguno. Pero no fue así. La Casa Cûnageth no tiene un sitio en las bibliotecas de Aglarond por tener malos tiradores entre sus efectivos. La flecha impactó, en el individuo que se disponía a entrar en la tienda armado, donde yacía inconsciente Gilraen. No era un bandido errante o algún pícaro en busca de riquezas. Aunque muchos no lo creyésemos, la figura que recibió el flechazo, era el jinete que hace unas horas apareció muerto sobre su caballo, y que se había levantado otra vez no se sabe cómo. Inmediatamente tanto Eregian como todos los que estábamos en la zona acudimos en ayuda de la indefensa princesa.
Tras una serie de intervenciones fallidas, yo mismo partí el cráneo de la criatura para dar fin a la amenaza. Para sorpresa nuestra, nada más retirar mi hacha de su cráneo pulverizado, el cuerpo empezó a descomponerse como si los segundos fuesen edades enteras.
Pero el final de ese acontecimiento no acabó como se esperaba. La criatura dañó al Carmesí con su arma, que para desgracia de todos no era un arma corriente. La hoja de Morgul hendió carne y músculo, para causar algo más que un rasguño sin importancia. Hasta el alba, tanto el cuerpo como la mente de Eregian, corrieron serio peligro. Pero la voluntad de un mago es tan inquebrantable como las mismas raíces de la montaña, y no pereció.
El ambiente se tranquilizó, y el día se despidió con las piras de los soldados caídos, que se imponían a la oscuridad acechante. El día se despidió con muerte.
Baron Valimar
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