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Ghosts of Ascalon en Español

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Gantz
Marea
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Mensaje  Marea Lun Sep 13, 2010 3:43 pm

Ghosts of Ascalon

Capítulo 1

Durante años, Dougal Keane desarrolló una regla personal: nunca aventurarse con gente que te caiga bien. Si se le presiona, incluso puede modificarla: no aventurarse con gente que odiarías ver morir. Ahora, en las profundidades de las criptas bajo Toque de Divinidad, se cumplía su deseo. Dougal sentía una intensa aversión hacia sus camaradas. También odiaba su trabajo. Pero, por encima de todo, ahora mismo odiaba el calor sofocante de las criptas.

El calor asfixiante de verano que cubría el exterior de Toque de Divinidad se había adentrado en las entrañas de estas tumbas escondidas, que se inflamaban como una herida oculta. Los vientos predominantes que acariciaban su entrada por la parte de los acantilados podían llevar el hedor del calor y sacar la putrefacción de la ciudad, pero dentro de los retorcidos pasajes de la cripta, Dougal no tenía ninguna manera de escapar. La gente había traído sus muertos aquí desde antes de la creación de la nueva capital de Kryta y Douglas juraba que podía oler el polvo de cada uno de ellos.

Las exploraciones les habían llevado a zonas de las criptas que incluso Dougal no tenía ni idea que existieran. En cada bifurcación del camino, Clagg consultaba su reluciente mapa e indicaba que cogieran la opción menos visitada. Las losas pulidas y lisas del Portón de la Calavera de Toque de Divinidad llevaban a caminos menos transitados y finalmente a habitaciones y pasadizos que no se recorrían desde los tiempos en que se dejaban a los muertos para ser disecados, siglos antes de la creación de la ciudad situada encima.

Mientras avanzaba, fragmentos de cráneo inmóviles y quebradizos de todas las formas y tamaños crujían bajo sus pies. Dougal se acordó de que las criptas no estaban tan mal como otros lugares dónde había estado: los templos en ruinas del Caledon Forest, o la Bloodtide Coast, sus playas inundadas de cadáveres malévolos moviéndose.

O Ascalon. Nunca tan mal como Ascalon.

Dougal se paró y se frotó la barba de tres días mientras observaba, ante él, el pasadizo cubierto de huesos. Daba acceso a una amplia cámara que se extendía más allá del alcance de la luz de su antorcha. No había huesos.

Eso no le gustaba.

Hizo un señal para pararse y sus compañeros: la Sylvari, la Norn y el Asura, montando su golem y que había contratado al resto para su expedición, se pararon justo detrás de él.

-¿Qué pasa? -dijo gruñendo Clagg. El Asura estaba irritable cuando se conocieron por primera vez, y el ambiente cerrado y mal ventilado de la tumba no había mejorado su temperamento.

El pueblo de Clagg surgió de las profundidades del mundo hace unos dos siglos, precursores del hecho que la naturaleza de Tyria estaba a punto de cambiar. Eran un pequeño pueblo con descomunales caras planas y cabezas elípticas cuyo ancho era más pronunciado con sus largas orejas. En el caso de Clagg, colgando. Su piel podía tener diferentes sombras de gris y sus grandes ojos eran la causa de pasar sus vidas en cuevas iluminadas con magia. Los Asura llegaron al mundo exterior no como refugiados sino como colonos, seguros de su superioridad mágica e intelectual sobre cualquier raza que encontraban.

Y Dougal tenía que admitir para sí que a menudo tenían razón en esa suposición.

Clagg estaba cómodamente sentado en un arnés fijo delante de su golem. La criatura era una pieza maestra de piedra pulida y pintada con cintas de bronce ajustadas. Sus miembros articulados dependían joyas azules mágicas que brillaban y unían las partes independientes de la criatura angular y sin cabeza, de hecho, sin tocarlas. Una fuerza mágica, más allá de la magia con la que Dougal se sentía cómodo, mantenía unida la criatura. Un único cristal grande situado entre sus tallados hombros servían de ojos y orejas. La piedra con forma de cara angulosa giraba constantemente en su cuenca, rastreando el ambiente buscando más información.

- ¿He dicho qué pasa? - dijo gruñendo el Asura, mostrando sus dientes afilados con irritación. Pocas veces Dougal había visto a un Asura sonreír y nunca estaba tranquilo cuándo lo veía.

-Algo va mal.- dijo Dougal, manteniendo la voz baja.

-Humanos – refunfuñó Gyda Oddsdottir y negando con la cabeza. Los cascabeles plateados entretejían su larga trenza amarilla de guerrera y tintineaban alto. – Siempre evaluando en vez de actuar.- Puso su enorme martillo delante de ella con un ruido resonante, reduciendo los cráneos a polvo.

Dougal se estremeció, no por las palabras de la Norn, sino por el ruido que hacía. Con casi 3 metros de altura, enfadándose con las armas y haciendo estruendo al pasar por los pasadizos, hacía más ruido que el golem del Asura. A esta hija del lejano y nevado Shiverpeaks no le importaba quien la oyera llegar: quería advertirles de que se acercaba. Con el calor de las profundidades de la cripta, su piel llena de tatuajes goteaba brillos de sudor.

Los ancestros de Gyda también eran refugiados que huyeron del poder de uno de los grandes Dragones Ancianos del norte. Los Norn eran un pueblo rico, cordial, orgulloso, tan rápidos para enfadarse como para perdonar. En su vida, desde que dejo Ebonhawke, Dougal había conocido Norn buenos y Norn malos. Los buenos consideraban cada día como una aventura, cada problema como un desafío y cada enemigo como una oportunidad para su gloria personal. La mayoría de la gente no entendía cómo de peligrosos podían ser los lugares oscuros del mundo; de hecho, los Norn disfrutaban explorándolos.

En cambio, Gyda definitivamente pertenecía a la última categoría de Norn: fanfarrona, crítica y desagradable con aquellos a su alrededor. A la vez, era amenazadora e insultante como si cualquier logro de los demás disminuyera el suyo. A Dougal tampoco le gustaba cuando sonreía.

-El suelo está demasiado despejado –dijo Dougal, hablando a Clagg pero queriéndoselo decir a Gyda.- No hay huesos. Nadie fue enterrado aquí.

-Es decir, una trampa.- dijo Killeen, el último miembro del grupo, la Sylvari, con su voz suave y melódica.

Dougal asintió. La nigromante Sylvari era posiblemente la individua más agradable del variopinto grupo, incluido él. Más baja que un humano, aunque no tan diminuta como el Asura, su piel era verde y su pelo era más parecido a las hojas de una planta suculenta que al de una mujer humana. Cuando se movía, de ella se desprendía polen dorado.

Dougal sabía que la apariencia humana era mentira. Killeen y los otros de su raza habían nacido ya completamente formados del fruto de un gran árbol de corteza blanca, lejano, hacia el sur. Su carne no tenía calor animal, Los Sylvari eran una incorporación reciente al mundo. Toda su raza era solo un poco más vieja que el propio Dougal pero ya se habían extendido a lo largo y ancho, como una planta invasora. Killeen tenía todos los rasgos que se le atribuían a su raza: era honesta, directa y estaba concentrada. En muchos aspectos era mejor que la mayoría de humanos que él conocía.

Eso podía haber sido lo que hacía más incómodo de todo a Dougal.

Killeen se tomó en serio la declaración de Dougal; Gyda, al contrario, gruñó:

-Creo que solo intentas retrasarnos de nuestro objetivo.

La Sylvari ignoró a Gyda y dijo:

- ¿Qué crees que la accionaría? -

Dougal miró a la Norn.-Ruido no, Quizás vibración o puede que el peso.

Probablemente, el humano tenga razón- dijo Clagg, sentado en su relativamente seguro arnés blindado.- Supongo que a veces incluso una draga ciega encuentra un diamante.

El Asura jugaba con una hilera de cristales colocados en la montura delantera de su arnés. Luego asintió para sí mismo.- ¡Ah sí! Ahí lo tienes, rudimentario pero efectivo.

-¿Qué pasa?- Dougal odiaba hacer esa pregunta. Sabía que el Asura esperaba otra razón para explicar cuán brillante era. Para un Asura, las otras razas del mundo existían básicamente para llevar pesos, exponerse a peligros, y hacer preguntas estúpidas.

-Si alguno de nosotros fuera lo suficientemente estúpido para entrar en esa habitación, –dijo Clagg, articulando cada sílaba. -se desencadenaría una explosión letal que podría matar a los presentes.

Gyda se aclaró la garganta, como si ningún explosivo pudiera pararla, con magia o de cualquier otra manera. Aun así, Dougal notó que los pies de la Norn permanecían anclados en su sitio.

-Si es una trampa, ¿no puede Dougal desactivarla?- preguntó Killeen. -¿No lo has contratado para eso?

De parte de los demás, esta declaración habría venido llena de sarcasmo y mal genio. Aunque la Sylvari iba honestamente en serio. De hecho, esa era la razón de formar parte de la expedición: su conocimiento, sobre trampas, sobre historia, sobre cómo era el mundo antes.

-Me contrató por mi experiencia recuperando artefactos poderosos. -dijo Dougal.

Gyda soltó una carcajada.- Dirás robando tumbas.

Dougal la ignoró. – ¿Alguien tiene algo útil que añadir?- preguntó Dougal.

El comentario de la cabeza con pétalos se mantiene- dijo Clagg, prudente como un maestro. – Es por eso por lo que te hemos traído, humano. Sabemos que la trampa está aquí. Ahora, ocúpate de ella.

Dougal se arrodilló y cogió un cráneo, intentando no pensar en si era un ancestro. Apuntó hacia el centro de la habitación y tocó el relicario debajo de su camisa para tener suerte. Luego lanzó el cráneo bruscamente hacia la habitación.

Nada. Lanzó otro cráneo a una zona diferente. Nada otra vez. Lanzó una tercera.

Gyda puso los ojos en blanco por su inutilidad y cruzó sus delgados brazos con impaciencia. Clagg le negaba con la cabeza como si Dougal fuera un niño confundido.

-No se dispara por el ruido- dijo Dougal.- Ni tampoco por la vibración o por el movimiento. Eso nos deja el peso. Deberíamos meter algo pesado- Miró a Gyda.

-No seré tu experimento- dijo la Norn en voz baja con la cara seria.

-Bueno, entonces el golem- dijo Dougal.

-Olvida esa sugerencia- soltó Clagg- No creé a Breaker de la nada para verlo volar en pedazos. Es tu problema, humano.

-Te importa más la estatua andante que el resto de nosotros.- dijo Gyda.

-Mentira- dijo el Asura. Es sólo que he invertido menos en ti que en esto.

Killeen se animó, sus ojos brillaban ligeramente de un color verde. – Quizás, puedo ayudar.

La Sylvari encajó su barbilla y se concentró en una zona con huesos alineados a la izquierda del pasadizo. Balanceó sus brazos y dedos en un modelo complejo y pronunció unas palabras que provocaban a Dougal un ligero dolor de cabeza. Un brillo verde se formó en la pared de los huesos y envolvió una figura humana hecha con los restos.

Mientras Dougal miraba, los huesos se separaron de sus alrededores y se juntaron en un esqueleto coherente. El brillo de color verde oscuro, en vez de tendones y nervios, lo mantenía unido. El lado derecho del cráneo había sido abollado y le faltaba la mandíbula y la parte inferior del brazo derecho, que acababa en un par de roturas dentadas. Se mantenía delante de ellos como un siervo presentándose ante sus superiores.

Dougal estremeció mientras Killeen daba una sonrisa de satisfacción a la criatura. Hizo otro gesto y el esqueleto se tambaleó y continuó por el pasadizo tropezando hacia la habitación situada más allá.

Dougal echó un vistazo al techo cubierto de huesos y se acordó de que debía haber algunas piedras y tierra allá arriba, en alguna parte, detrás de los restos; de que no sólo se movían a través de un túnel esculpido de una montaña de huesos.-Espera –dijo, alcanzando a Killeen que sonreía por cómo su creación caminaba arrastrando los pies. -Deberíamos retroceder y tener….

La explosión lo calló. El esqueleto animado desapareció en una nube de llamas y humo.

Dougal se agachó y se cubrió la cabeza con los brazos mientras una cascada de fragmentos de huesos le caía encima, rebotaban en el suelo y hacían un ruido estrepitoso. Un fragmento lanzado de su ayudante animado salió disparado hacia la camisa de cuero grueso de Dougal y se quedó clavado como un colmillo de vampiro.

Dougal se levantó y vio a Clagg mirando hacia la caverna, frunciendo la boca. –Rudimentario,- dijo el Asura- pero efectivo.

Gyda dio la espalda a Dougal y rió. Mientras entraba a zancadas en la cámara de más allá, sonreía a la marca chamuscada donde el esqueleto había estado.-Bien hecho, árbol. –dijo a Killeen.- Al menos tú te ganas el sueldo.

Dougal se estremeció al insulto implícito y dijo al resto del grupo:

-Tenemos que seguir avanzando. Esta trampa puede tardar minutos o días en recolocarse. Puede que sea de un solo uso pero no hay manera de saberlo.

Gyda rió. -Quiere decir “Gracias, Sylvari por hacer mi trabajo.”

Las mejillas de Killeen se ruborizaron de un verde intenso. –Perdóname- dijo a Dougal.- No quería quitarte protagonismo pero conseguí quitar la trampa sin herir a nadie.

Dougal hizo una mueca. No dudaba de que su disculpa fuera de corazón pero eso lo hacía aún peor. Quizás no de la manera más amable que podía, dijo:

- Podrías habernos dado una advertencia mejor o más tiempo para alejarnos de la explosión. Tal y como estaba, podrías haber tirado el techo abajo, encima de todos.

-Entiendo- dijo Killeen, pensativa por un momento.- No intento poner en peligro nuestra búsqueda.

-Claro que no.- dijo Dougal, sintiéndose mal por censurarla. A pesar de él, no podía evitar disfrutar de su sinceridad.

- Quizás es lo raro de este lugar- dijo la Sylvari, levantando su barbilla una vez más.-Es fascinante. Para mi gente, la muerte es una parte integral de la vida. La reverenciamos totalmente, incluso sus partes más oscuras; aunque no la entendamos muy bien, aún.- Miró alrededor de la cámara, sus ojos abiertos, maravillados.- Y aún así, nunca le construiríamos un monumento como éste.

-No es un monumento para los muertos, sino un testamento de aquellos que vivieron- dijo Dougal dulcemente. Notó como su irritación se desvanecía… hacia ella al menos. –Vámonos.- Después, alzando la voz hacia los demás. -Seamos más cuidadosos en adelante. Deberíamos ver más trampas como éstas.

- Humano, te comportas como una vieja. -gruñó Gyda- Mi bisabuela Ulrica no dudaría tanto como tú y lleva muerta siete años- Golpeó un montón de huesos y levantó la antorcha.- Te preocupas demasiado. ¿Qué es una vida sin peligro?

-Más larga- dijo Dougal.

Siguió a la Norn que entraba haciendo zancadas en la habitación explotada y en las cámaras que había más allá. Él había trabajado antes con otros Norn. Eran más grandes que la vida en muchas facetas pero los matones Norn eran como los de cualquiera. La bravuconería de Gyda tenía que cubrir alguna otra deficiencia. Dougal no mencionó la reticencia de la propia Norn por entrar en la habitación de la trampa a pesar de que ella fanfarroneaba.

-Bah. Esa vida sólo parece más larga, como una comida sin sabor- concluyó Gyda. Mientras Dougal la seguía, se dio cuenta de que el aire se había vuelto ligeramente más frío. Una vez que todos estaban dentro de la siguiente habitación, ambos, él y la Norn, mantenían sus antorchas en alto. La luz descubrió algo espeso y gris colgando entre los huesos de la cúspide del techo con altas bóvedas.

Dougal levantó una mano para proteger sus ojos de la antorcha y miró la substancia detenidamente. Al principio pensó que era musgo colgando pero de repente supo lo que era.

Membranas.

Dougal maldijo. Advirtió gritando pero el grito de tono alto de Killeen detrás de él lo calló. Se giró con el tiempo justo para ver a la Sylvari desaparecer por un agujero en el suelo.

Spoiler:

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Capítulo 2

En apenas un segundo, Dougal ya sabía lo que había sucedido. El agresor de Killeen había esperado mientras las enormes siluetas de Dougal y la Norn pasaban ante su escondite para lanzar su trampa contra las frágiles pisadas de la Sylvari. Y justo en ese momento, Killeen desapareció, arrastrada hacia un agujero bajo las antiguas losas, una trampa hecha con telaraña y huesos que cayeron tras ella, cubriendo el agujero y camuflando así la trampa entre el suelo recubierto de huesos.

Gyda también se dio la vuelta para analizar la sala, en busca de algún rastro de Killeen. – ¡La nigromante! ¿Dónde está?

– ¡Aquí abajo! – gritó Clagg, señalando la trampa – ¡Una araña!

Dougal corrió hacia ella, dejando caer la antorcha y desenvainando la espada a su paso. Le asestó un golpe a la cobertura de telaraña y huesos y la destrozó, como si de un plato de porcelana se tratara.

Killeen agonizó otra vez mientras intentaba escapar velozmente del agujero, cual nadador luchando por salir a la superficie. Sacó sus manos arañando el suelo, en busca de un asidero en el que agarrarse entre los huesos del suelo, pero sólo conseguía arrastrarlos consigo.

Una araña, de pelaje oscuro y del tamaño de un lobo pequeño apareció en los hombros de la Sylvari, pretendía morderle el cuello. Dougal le propinó una estocada atroz. Su espada le rebanó una de las patas a la criatura, y quedó hundida en el vientre de esta. La bestia se estremeció de dolor mientras movía su mandíbula, la cual chorreaba un viscoso veneno.

Antes de que Dougal pudiera asestarle otro golpe, escuchó gritar a Clagg. – ¡Atrás, necio!

Se giró justo a tiempo para ver la roca que tenía por mano Breaker, dirigiéndose hacia él. Dejó la espada clavada en el vientre de la araña y se echó a un lado. El puño de piedra del gólem por poco golpea a ambos, a la araña y a la Sylvari; pero rompió en pedazos la espada de Dougal.

Y entonces Gyda se enfureció. Agarró a Killeen con sus propios brazos y tiró de ella hasta sacarla de ese agujero. La Sylvari gimió de dolor pues la araña le hundió sus peludos colmillos en la espalda.

Desarmado, Dougal cogió un cuchillo que guardaba en el cinturón. Se preguntaba cuán útil le sería ya que los colmillos de la araña eran mucho más grandes.

Gyda soltó a Killeen en el suelo y le apartó la araña de la espalda cogiéndola con una sola mano. La oscura alimaña se esforzaba por batallar el agarrón de la Norn, moviendo inútilmente sus patas en el aire. Su sangre fluía alrededor de los pedazos de la espada de Dougal, que aun tenía hundidos en su vientre, y el caliente y azulado fluido goteaba por el musculoso y tatuado brazo de Gyda.

Con un giro de muñeca, la Norn arrojó la criatura a los pies de Breaker y Clagg. Acto seguido, el gólem la aplastó reduciéndola a una masa viscosa.

Desde su seguro arnés, Clagg exclamó: – ¡Mirad, hay una cría en sus entrañas!

– Cuida de Killeen, – le ordenó Gyda a Dougal – yo me ocuparé de las crías.

Y la Norn volvió a la sala repleta de telas de araña, sin importarle si Dougal le haría caso o no.

Obediente, Dougal se abrió camino hacia Killeen para examinar sus heridas. Su espalda estaba recubierta de una caliente y azulada sangre, la cual esperaba que fuese de la araña. Nunca antes había visto herido a un Sylvari, y no tenía ni idea de lo que pudiera salir de una de sus heridas.

Le limpió el líquido de los hombros con la manga, dejando a la vista el mordisco de la araña: un par de punciones de las cuales vertía un fluido dorado que brillaba como con vida propia. Así pues, la mayoría de la sangre era de la alimaña. Los agujeros de Killeen no sangraban demasiado, pero la piel de su alrededor ya había empezado a hincharse y a tomar un reluciente color amarillento. Su piel era dura, como la cáscara de una avellana. Estaba fría pero no húmeda. ¿Eso era bueno o malo? Ni siquiera sabía si los Sylvari podían sudar.

– Duele un poco, – dijo Killeen mientras levantaba un poco la cabeza y el brillo de sus ojos se apagaba. Entonces vio el siniestro rostro de Dougal y asombrada, se armó de fuerza suficiente como para empezar a hacerle preguntas. – ¿Crees que me estoy muriendo? ¿Cómo lo sabes? ¿Hay algún modo especial de saberlo? – Quería insistir, pero una fuerte tos la detuvo. El brillo amarillento alrededor de su herida empezó a propagarse por todo el cuerpo.

Mientras Dougal le daba la vuelta y la abrazaba, vio que la Norn y el gólem del Asura empezaban a golpear a lo que parecían las sombras de un grupo de arañas que se tornaban una masa viscosa "negra azulada". Se agachó para cubrir con su cuerpo a la Sylvari de las partículas de huesos secos y de araña que volaban por la sala. Bajó la mirada hacia su cara, pálida y dorada.

Fue entonces cuando Dougal se dio cuenta de que había violado su regla más importante. Pues se sentiría fatal si Killeen muriese.

Miró hacia atrás y vio a Gyda, respirando cansada mientras sostenía su martillo a dos manos. Los cadáveres de las arañas formaban un círculo a su alrededor. El gólem de Clagg andaba con una mezcla viscosa y azulada pegada a las suelas de las rocas que tenía por pies.

Una vez finalizada la carnicería. Dougal vio como la Sylvari se desmayaba e hizo señas a los demás para que se acercaran.

– ¡Por las alas del Cuervo Sagrado! – dijo Gyda, casi sin aliento después del combate. – Se está poniendo más pálida que tú, muchacho.

– Es el veneno, – dijo Dougal. – se está extendiendo muy deprisa.

Clagg bajó del arnés de Breaker para echarle un vistazo a Killeen. – Apenas le quedan unos minutos de vida. ¿Alguno de vosotros tiene alguna poción, mejunje o conjuro para sanarla?

Gyda se encogió de hombros. Dougal hizo una mueca y dijo: – ¿Es que tengo pinta de alquimista?

– Dados tus antecedentes, creí que podrías haber robado alguno. – Dijo Clagg. – No importa, tengo algo que podría funcionar.

Hurgó en las bolsas que tenía atadas en diagonal sobre su hombro y alrededor del pecho, sacando consigo un vial que contenía un extraño líquido azul. Vertió unas gotas del vial en la pálida boca de Killeen a través de sus labios, que se habían secado cual hojas de otoño.

Dio un paso atrás y volvió a colocarle el corcho al vial, – Esto debería bastar para detener el veneno, – dijo – al menos, a corto plazo. – Se inclinó ante la Sylvari y dijo en voz más alta de lo normal: – Este servicio se te recortará del sueldo. – Clagg dio unas palmaditas en la rodilla de Gyda y le dijo: – Átala a la espalda de Breaker.

La Norn recogió a Killeen como si de una muñeca se tratara.

– Si la llevamos directamente a Toque de Divinidad, se recuperará. – dijo Dougal.

– Muy cierto, – asintió Clagg, – sin embargo no hemos llegado hasta aquí para regresar ahora.

– Olvídalo, – contestó Dougal – somos uno menos, la expedición ha terminado. – Agarró a Killeen de los brazos de la Norn, pero esta última no estaba dispuesta a soltarla. Echó a Dougal a un lado y empezó a elaborar una atadura para la Sylvari con la ayuda de una cuerda y la parte trasera del arnés que llevaba el gólem.

Dougal miró amenazante a Gyda, pero le habló a Clagg: – Volvamos a la ciudad y dejémosla al cuidado de alguien. Ya volveremos después, cuando todos estemos listos de nuevo.

– No tenemos tiempo suficiente, – contestó Clagg mientras lograba colocarse el arnés que colgaba del pecho de su gólem.

– ¡Esto no es más que un cementerio! – dijo Dougal, irritado, mirando ferozmente al Asura. – ¡Están todos muertos! ¡Lo único que nos espera más adelante son más arañas! ¡¿Qué prisa tenemos?!

Clagg clavó la mirada en Dougal, levantó las cejas y chasqueó la lengua. – Si yo he sido capaz de descubrir quién está enterrado aquí, puede que otros también lo hayan hecho. La sabiduría se propaga. Seguiremos adelante. El Ojo del Gólem nos espera.

No era la primera vez que Dougal veía una mirada codiciosa como la de Clagg. Era el precedente de un desastre. La codicia ciega a las personas y las vuelve imprudentes. Y en una tumba como esta, las imprudencias se pagan con la muerte.

– ¡Eso es de locos! Yo me vuelvo al Portón de La Calavera en el Toque de Divinidad. Conozco el camino. Y me llevaré a Killeen conmigo. – Dougal se dirigió hacia ella pero la enorme figura de Gyda se interponía en su camino.

Clagg se aclaró la garganta: – Me temo que todavía no podemos dejar que nos abandones, – dijo el Asura. – Tu presencia incrementa las probabilidades de llevar a cabo con éxito nuestra misión, aunque sea en tan sólo un ligero porcentaje. Por eso te contraté en primer lugar. Así que te quedas con nosotros.

Dougal gruñó, a si mismo más que a Clagg. – Ni siquiera tengo espada...

Clagg sonrió fríamente. – No te contraté por tu habilidad con la espada, sino por tu intelecto.

A Gyda se le escapó una sonrisa burlesca.

Dougal miró a los otros dos ladrones de tumbas. Sin una espada, no era rival para ninguno de ellos, y ni siquiera adecuadamente armado tendría muchas posibilidades. Volver solo, implicaba dejar a Killeen con ellos, y si la estupidez de los otros les condujese a la muerte, ella también moriría.

Durante un buen rato, Dougal mantuvo su mirada penetrante, hasta que finalmente, se volvió, recogió su antorcha y se encaminó en las profundidades de la cripta que se encontraba bajo la ciudad. Gyda se incorporó a la marcha detrás de Dougal, dedicándose la Norn a chutar los huesos del suelo para que rebotaran en los tacones del Humano. Clagg se encontraba en la retaguardia, dirigiendo a su gólem sin que este mostrase ningún síntoma de que llevaba en la espalda el cuerpo inconsciente de Killeen. En cada intersección, Clagg miraba en su mapa y escogía el peor de los caminos posibles.

A medida que se acercaban a la tumba, Dougal tuvo que desactivar varias trampas, su gran habilidad haciéndolo hacían parecerlas inútiles. De igual modo, las puertas con cerradura que encontraban a su paso eran fácilmente abiertas con un puñado de herramientas que guardaba en una bolsa de piel de topo. Comenzaron a avanzar en silencio, excepto por las tradicionales indicaciones de Clagg o los gemidos de dolor de Killeen. Y sin apenas ruido, Dougal se puso a pensar en el Asura la tumba del cual iban a robar: Blimm.

Cuando Clagg lo contrató, Dougal investigó sus orígenes en antiguos escritos y tomos de los archivos que se encontraban en la ciudad, aun así apenas aprendió nada sobre él. Blimm, un genio según el dictamen de los Asura, vivió unos doscientos años atrás. Realizó su período de aprendizaje como golemante y se convirtió en un especialista. Junto con Oola, otro miembro legendario de la diminuta raza. Cuando se jubiló, Blimm construyó su hogar en lo que hoy en día se conoce como el Toque de Divinidad, donde (supuestamente) llevó a cabo increíbles avances en la construcción de gólems que se perdieron con el paso del tiempo.

Pero su mayor creación, según Clagg, fue la creación de una mística y gran gema, imbuida con energía arcana. La gema se llamaba: El Ojo del Gólem. Que supuestamente fue perdida, así como toda la sabiduría de Blimm y la localización de su tumba.

Hasta ahora. Clagg descubrió su sabiduría y decidió montar una kuadrilla que reunía los mejores talentos con un objetivo común. Y fue por ese objetivo, el cual implicaba conocimiento sobre conjuros (Killeen), fuerza bruta (Gyda), picardía desactivando trampas (Yo) y liderazgo (Clagg), aunque su idea de liderazgo se basase en que lo que él decía, simplemente no podía ser cuestionado por los demás miembros; que nos adentramos en esta cripta en busca del Ojo del Gólem.

– ¡¿Por qué nos hemos detenido?! – gritó Clagg desde la parte trasera de la fila.

– No podemos seguir. – dijo Dougal intentando disimular el alivio en su voz.

Justo delante tenían una puerta cubierta con una gruesa capa de hierro. Clagg dirigió su gólem hacia el frente y agitó su cabeza ante la cara de desgana del Humano.

– Ábrela – dijo Clagg.

– No puedo, – contestó Dougal. – No está cerrada, está atascada. Encajada en el marco. La cerradura no importa. Es como si se tratara de una pared.

– Se cómo solucionarlo. – dijo Clagg. – ¿Gyda?

La Norn se colocó en posición y pidió que se apartaran. Dougal se echó hacia atrás, todavía tenía esperanzas en que se activara alguna trampa tras la puerta.

Gyda permanecía delante de la puerta, mirándola fijamente, a Dougal le parecía que intentaba oxidarla con su feroz mirada. Entonces la Norn gruñó profundamente. Un pelo blanco empezó a brotar de su descubierta piel y por un instante, fue como si a su figura, ya protegida con una armadura, se le sobrepusiera otra con la silueta de una gran bestia fantasmal. Finalmente tomó forma, Gyda se había transformado en una enorme mole felina que andaba a dos piernas, su piel blanca como la nieve con manchas negras cubría completamente su armadura y su arsenal.

Acababa de invocar su tótem: El Leopardo de las Nieves. Saltó hacia delante golpeando la puerta con sus potentes patas.

La puerta resistió, pero sus bisagras no. La puerta entera salió disparada al interior de la nueva sala. Dougal estaba impresionado con la fuerza y la proeza de la Norn. Apenas pronunció: – ¡Eso ha sido increí...!

Y su elogio murió en su garganta cuando Gyda resopló y dijo: – "Eso" es la razón por la que tu pueblo se está extinguiendo y otras razas superiores están ocupando su lugar.

Dougal se enrojeció, iracundo, pero simplemente pasó por el lado de Gyda, antorcha en mano, hacia otra sala con el suelo repleto de huesos. Estaba convencido de que Toque de Divinidad, la bella ciudad humana, se construyó sobre cimientos hechos con huesos.

– Algo que nunca entendí sobre Blimm... – dijo Dougal volviéndose hacia Clagg.

Clagg soltó una carcajada – Supongo que un ser inferior bookah como tú podría llenar su tumba con cosas que no entiende. – dijo el Asura.

Dougal ignoró el golpe bajo. "Bookah" es un término que usan los Asura para referirse a los humanos, y no es muy cortés que digamos. – Tengo entendido que los Asura suelen incinerar sus cuerpos una vez muertos. ¿Por qué Blimm prefirió construirse una tumba?

– Al final, Blimm ya no creía en la Alquimia Eterna: en que todos formamos parte de una ecuación superior, – dijo Clagg. – él se consideraba una función a parte. Probablemente por eso avanzó tanto en las construcciones nigrománticas, usando huesos y carne muerta en sus creaciones golemánticas. Estaba dispuesto a experimentar con lo que el resto de los Asura no estaban de acuerdo.

– Y como no encajaba con los demás Asura, no quería compartir sus descubrimientos con ellos. – dijo Dougal.

– Más o menos, pero eso no es todo. – contestó Clagg – En sus últimos años, Blimm se codeaba con gente extraña: humanos, nigromantes,... sin ánimo de ofender, jovencita. – añadió el Asura, refiriéndose a la Nigromante Sylvari.

Killeen respondió con un gemido.

– Era un egoísta empedernido. – dijo Gyda. A Dougal le sorprendió la intervención de la Norn. Suponía que no le interesarían las chorradas que Clagg y él pudieran contarse. – ¿Pero qué Asura no lo es, verdad?

Clagg contestó con una gran carcajada. – Estoy de acuerdo, muchos de mis compañeros tienen un ego descomunal. Pero Blimm era un maldito paranoico y consideraba que estaba por encima de todos ellos. Dicen que las mejores mentes también son las más turbias. Y definitivamente, Blimm estaba trastornado.

Entonces el pasillo se ensanchó en una sala iluminada artificialmente. A lo lejos, unas escaleras hechas de una piedra verde bien pulida, bañada en bronce, que llevaban a una gran puerta bronceada escoltada en ambos lados por un par de cuencos enormes de los cuales destellaban llamas verde azuladas cuyo origen desconocíamos. Las rayas y las tangentes del alfabeto Asura se esparcían por el marco dorado que rodeaba la puerta. Dougal, muy a su pesar, se encontraba estupefacto.

– Caballeros, – dijo Clagg con tono presumido, mientras guardaba su mapa – ya hemos llegado. Bienvenidos a la tumba de Blimm.



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Mensaje  Gantz Lun Sep 13, 2010 7:20 pm

No sabía que lo estaban traduciendo Surprised

Tengo ganas de leerlo, y si lo siguen traduciendo, perfecto.

Salu3

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Mensaje  Marea Lun Sep 13, 2010 7:52 pm

Me está encantando xD. Cierto que no está bien traducido y la estructura parece hecha por mi... pero se deja leer y engancha.

Qué ganas tengo de jugar, por dios!
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Mensaje  Puma Mar Sep 14, 2010 1:09 am

¡No presioneis a Douglas!
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Mensaje  Marea Mar Sep 14, 2010 1:36 am

Puma escribió:¡No presioneis a Douglas!

No tuvo gracia la primera vez y no la tendrá la decimotercera!

Aún estoy esperando a ver tu traducción a esa frase!
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Mensaje  Jazz Mar Sep 14, 2010 6:28 am

¿Pero eso es un libro oficial de Guild Wars?
Si ese es el caso, no sé si es por la traducción o qué, pero parece que lo ha escrito un aficionadillo.

Es decir, que es un truño del tamaño de mi puño. Bajo mi humilde opinión...
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Mensaje  Puma Mar Sep 14, 2010 10:21 am

Es un libro oficial del gw, oficialmente no traducido al español, que estan traduciendo exraoficialmente un grupo de gente de un foro.
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Mensaje  Gantz Mar Sep 14, 2010 4:53 pm

El libro es oficial, pero no ha salido en español, se cree que po no haber editorial, ya que se estuvo buscando una.



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Mensaje  Arkeon Vie Sep 17, 2010 4:46 pm

Jazz escribió:¿Pero eso es un libro oficial de Guild Wars?
Si ese es el caso, no sé si es por la traducción o qué, pero parece que lo ha escrito un aficionadillo.

Es decir, que es un truño del tamaño de mi puño. Bajo mi humilde opinión...

Ahora es cuando viene aqui Alex y dice que lo ha traducido el porque no podia aguantar sin leerlo Ghosts of Ascalon en Español Icon_eek

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Mensaje  Marea Vie Sep 17, 2010 4:49 pm

La madre que te parió... Ya hasta Arkeon nos vacila... si esq se ha hecho un hombre ya el joio...
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Mensaje  Puma Vie Oct 01, 2010 12:37 am

Vale, ya está, en primavera de 2011 lo sacará en español la editorial Timun Mas
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Mensaje  Daniels Dom Dic 12, 2010 4:22 am

No se si la estoy cagando pero veo que no teneis puesto el tercer capitulo asi que por si acaso....

Subieron los escalones de tres en tres, Dougal flanqueado y eclipsado por el gigante Norn, y el gólem pilotado por el Asura. Las escaleras eran en sí mismas anchas y planas, casi parecían una rampa que conducía a un gran pórtico doble.
Dougal le lanzó una mirada a Killeen, colgada en la espalda del gólem como un niño agarrado a los hombros de su padre. Esbozó una leve sonrisa e intentó levantar un brazo. Quizá la poción de Clagg estaba surtiendo efecto, o los poderes de recuperación de la propia Sylvari estaban comenzando a actuar.
Llegaron a la cima. Dougal se sentía como un peregrino en su gran templo. Una gran figura de acero en bajo-relieve, tan alta como Dougal, surgía de un lado, como si estuviese emergiendo del mismo muro. En ella, una representación de un gólem de estilo antiguo que miraba fijamente detrás de todo el que se acercaba. Una brillante gema roja posaba fija en su redonda cabeza. Gyda jadeó cuando lo vio.
La Norn se acercó y desincrustó la gema de la puerta. La observó durante un momento, luego la presionó en su mano desnuda como si de una nuez pasada se tratara. Crujió entre sus dedos, instantes después abrió la mano para dejar caer un puñado de polvo rosa.
– Es falso, – dijo con mirada desdeñosa. – el haber encontrado un enorme tesoro tan fácilmente, habría mostrado una verdadera falta de imaginación por parte de Blimm.
Clagg se burló. – ¿De verdad piensas que un Asura como Blimm sería tan necio como para dejar el Ojo del Gólem incrustado sobre el exterior de la puerta?
Dougal apenas apreció una despectiva risa ahogada fluyendo entre los labios de Clagg. Era bueno saber que había alguien detrás de sus "latigazos" verbales.
- He visto cosas más absurdas en mi propia tierra, – dijo Gyda.
- O en cualquier espejo en el que te hayas mirado. – murmuró Dougal mientras daba un paso adelante para examinar el texto grabado sobre la puerta y el marco.
– ¡Espera! ¡¿Qué es lo que acabas de...?!"
Dougal cortó las palabras de la Norn con un gesto con la mano. – Sssht. Estoy leyendo...
- ¿Puedes leer eso? – dijo Clagg con una ligera sorpresa.
– Me trajiste aquí por mi mente. – dijo Dougal, un poco más presuntuoso de lo que pretendía.
Seguidamente empezó con las palabras talladas en la superficie de la puerta. Estaban escritas en alfabeto Asura, pero usaban un dialecto arcaico bastante popular antes de que los Asura subterráneos se viesen obligados a salir a la superficie hace ya más de 250 años. Era mitad-matemático mitad-oración estructurada, y su sintaxis hubiera provocado que un escriba Humano le diese a la bebida. La mayoría de los Asura ni siquiera podrían leerlo. De acuerdo con las investigaciones de Dougal, la paranoia de Blimm le llevó a escribir sus notas de esta manera por esa misma razón.
Dougal deslizó sus dedos a lo largo del texto como si pudiera comprender el significado de éste con las yemas. – Es muy antiguo, pero creo que puedo descifrarlo. – Aclaró su garganta y empezó a leer en voz alta: – Aquí yace Blimm, el mayor de los gólemantes, consejero favorito de Livia, aprendiz de Oola, cuyo talento ha sobrepasado, la más sobresaliente mente que agració Tyria en su generación y en cualquier otra posteri...
– Sí, sí, sí, – dijo Clagg impacientemente. – Bla, bla, bla. Ve directamente a la parte de las maldiciones sobre cualquiera que quiera perturbar su descanso. Puede que haya algo útil ahí.
Dougal se encogió de hombros y omitió la mayoría de las siguientes palabras. – Allá vamos: "Los que osen perturbar su descanso serán maldecidos toda la eternidad por los huesos que posan en estas tumbas. La tierra se alzará contra ellos y sus restos servirán como testimonio de su grandeza. Sus cadáveres se unirán a los que le rodean." Y sigue así durante un rato.
– Cuán humano era Blimm. Debió de pasar demasiado tiempo al sol, – dijo Clagg. – Suena como una advertencia estándar, sin sentido alguno. Todos los epitafios grabados en las puertas de las tumbas dicen lo mismo. "Mírame y conocerás el miedo", "Déjame en paz, no sea que te atormente por las noches", y así sucesivamente. Qué ineficaz.
– Eso no quiere decir que no sea verdad. – dijo Dougal, frunciendo el ceño.
– Por favor, – dijo Clagg. – Si esta gente tenía el poder de hacer lo que afirman, aún estarían vagando por el mundo de una forma u otra. Esto no es más que palabrería.
Gyda rió, dejando escuchar un leve sonido con un toque de malicia. – Si ese Blimm tuyo te llama tan poco la atención, ¿por qué nos estamos molestando en robar en su tumba?
– Blimm fue uno de los fabricantes de gólems más impresionantes que han existido, – dijo Clagg. Dio una palmadita en el pecho de piedra de Rompedor. "La mayoría de las veces, necesitas usar bastantes motivadores arcaicos para mover el cuerpo de un gólem a una velocidad razonable. Al menos uno para cada articulación, más otro para los sentidos. Y tenías que colocarlos en una posición determinada o todo fallaba.
– Blimm, sin embargo, inventó una nueva forma de hacerlos funcionar, usando un rubí del tamaño de un puño con la misma cantidad de energía que ves en Rompedor. Su secreto murió consigo, pero la leyenda cuenta que el rubí fue enterrado con él. Cuando tenga en mis manos el Ojo del Gólem, debería ser capaz de reinventar la ingeniería actual, y establecerme como el mejor creador de gólems de esta era."
Gyda levantó su gran mano y frunció el ceño en lo que Dougal pensó que era confusión. – Para ser alguien tan pequeño, hablas por los codos. Encontremos ese rubí que dices y vayámonos. Quiero irme de este lugar cuanto antes. – Se encaró con las puertas dobles, y Dougal supo lo que estaba considerando.
– Aguarda, – dijo, sujetando con la mano su saco de herramientas. – Intentémoslo por el camino fácil primero.
Dougal miró por un agujero que tenía el gólem de la puerta en su frente. El bajo-relieve era hueco, y más allá, había un laberinto de delgados cables y engranajes encajados, algunos de ellos brillando mansamente y con luz propia. Dougal abrió su bolsa de piel, escogió una herramienta fina y delgada con lo que parecía un símbolo de suma Asura en la punta, y lo metió en la brecha. Lo giró, y las dos grandes puertas retumbaron y se abrieron hacia fuera. Gyda y Clagg tuvieron que retroceder por los amplios escalones.
La habitación era circular, sus paredes y su techo abovedados, sobresaliendo de ellos huesos que adornaban el resto de la cripta. El suelo de granito estaba dispuesto en losas con motivos que recordaban a trozos de pastel, formando series de círculos concéntricos en cuyo centro yacía el féretro, en el medio de la sala.
El ataúd en el centro de los motivos se constituía por una pila de cráneos, y desde la puerta, Dougal se vio presionado a pensar si eran calaveras de verdad o sólo eran piedras talladas. Probablemente lo primero, pensó, para infundir miedo en posibles ladrones. Sobre el montón de cráneos se encontraba una gran caja de mármol, con sus caras grabadas por la torneada escritura Asura. Reinando la tapa del sarcófago había una efigie del difunto, a mayor escala que él en vida, vestido con una túnica con piedras y metales preciosos, con sus brazos cruzados sobre su pecho.
Y cerniéndose sobre su frente, emergiendo de la piedra misma, se erigía una gema roja del tamaño del puño de Clagg. Ésta se teñía y brillaba con la luz de la puerta.
Clagg hizo que Rompedor empujase a Dougal hacia adelante. – Haz tu trabajo, – dijo Clagg.
Dougal retrocedió. – Mi tarea es forzar cerraduras y localizar trampas.
Clagg inhaló. – ¿Estás garantizando que no hay trampas escondidas y que cualquiera es libre de coger la gema?
Dougal no respondió, pero Gyda le dio una palmada en la espalda. – Ve ahí, – gruñó. – Tráenos el rubí, o te lanzo encima del ataúd desde aquí.
Se dirigió hacia él, dispuesta a llevar a cabo su amenaza, y Dougal entró en la habitación. A salvo de sus compañeros por el momento, sacó un rulo de cuerda fina de su bolsa, la desenrolló y arrojó un extremo a Clagg. El Asura ató rápidamente la cuerda a la cintura de su gólem. Dougal agarró la cuerda con una mano, envolviéndola en su muñeca y dejando que se deslizara por su espalda mientras avanzaba. La piedra parecía hundirse bajo sus pies a cada paso, como si de una carretera humedecida por la lluvia se tratara. Se veía lo suficientemente consistente, pero Dougal escogió sus pasos cuidadosamente mientras se movía por el centro de la sala.
Al acercarse al ataúd, Dougal pudo distinguir claramente la escritura Asura que había visto en la puerta. Por lo que pudo leer, repetía varias de las advertencias grabadas en el marco de la puerta doble, sólo que con un tono más brusco y empático.
Dougal soltó el resto de la cuerda a sus pies y se puso de puntillas, inclinándose sobre el sarcófago en lo alto de su lecho de huesos. Sobre la frente de Blimm, la gema danzaba con la luz que entraba por la puerta, con sus haces captando y reflectando el resplandor. Esta sí que no era falsa.
– Tiene que haber "algo" , – digo Dougal.
–¿Ves alguna trampa? – preguntó Clagg.
Dougal escaneó la gema desde todos los ángulos. No había cables, ni mecanismos, ni placas ocultas o paneles movedizos en el ataúd. Había magia. Magia Asura. Realmente odiaba la magia Asura.
– No, – dijo finalmente, – pero eso no quiere decir que no haya alguna.
– ¡Por la sangre de la Osa Sagrada! – exclamó Gyda. – Eres el ladrón más inútil que he conocido en mi vida. ¡Yo también podría "no haber visto una trampa"!
Dougal ignoró a la Norn y habló a Clagg. "¿Detectas algo?"
El Asura chequeó la hilera de brillantes gemas en su arnés, luego negó con su cabeza. –Parece seguro.
Dougal suspiró. Había oído esas mismas palabras muchas otras veces. Nunca resultó ser cierto.
Apretó sus dientes y se dispuso a coger la gema. El resplandor que brotaba de ella ganó fuerza como si algo dentro esperase a que la tocara. Mientras acercaba sus dedos a sus perfectamente talladas caras, el suelo bajo sus pies pareció vibrar levemente, aunque creyó que era sólo producto de sus nervios que estaban traicionándole.
Retiró la mano.
– Llevaos a Killen afuera, – dijo Dougal. – Esto no va a ir bien.
– Eres un maldito cobarde, – dijo Gyda. – ¡Es sólo una roca! Cógela y acabemos con esto.
– Esto requiere cura y precisión, – dijo Dougal bruscamente, – ¡no fuerza bruta!
– ¡No sabes nada de la fuerza! ¡La cobardía te tiene atado de las manos! – vociferó Gyda. – ¡Debería ir y enseñártelo!
– Sólo provocarías un destrozo, – dijo Dougal automáticamente. – Cuando necesite a un buey como tú, ¡ya te avisaré!
Dougal lamentó sus palabras en el momento en que las pronunció. Chispeando de rabia, la Norn colgó su mazo a sus hombros e irrumpió en la cámara, mientras el suelo retumbaba con sus gruesas botas.
Mientras avanzaba pesadamente hacia adelante, Gyda gruñó, – Me vine con vosotros a esta inmunda tierra de cobardes para darme a conocer, y dejar de trabajar tras la sombra de mi legendario primo Gullik, he hecho un trabajo condenadamente bueno. Este es sólo el inicio de mi saga, ¡cuentos sobre mi historia se cantarán alrededor de hogueras Norn por los siglos de los siglos! ¡Y tú, Humano, no serás más que un personaje secundario en ellos!
Dougal dejó la cuerda y se puso detrás del ataúd para que quedase entre él y la, ahora furiosa, Norn, la cual se lanzó a por él. Dougal iba agachándose alrededor del féretro, manteniendo el montón de huesos entre él y la Norn. Desde la puerta, podía oír a Clagg riéndose de la escena.
Calmar a la intimidante Norn no era una opción, se dijo Dougal. Tendría que sacar el mejor partido a la situación.
La Norn, con ojos ardiendo de furia, arremetió contra él de nuevo, pero Dougal bailó alrededor del extremo del sarcófago. Lo hizo dos veces más, eludiendo las embestidas de Gyda. En su última asestada, la Norn se abalanzó hacia él por encima de la efigie de piedra, con la esperanza de atraparlo entre sus enormes manos, pero él la eludió, y la Norn terminó tendida a lo largo de la tapa del sarcófago.
En ese momento, Dougal agarró el extremo de la cuerda que había soltado momentos antes, extendió la mano, y arrancó el Ojo del Gólem de la frente de la estatua de Blimm.
Los ojos de Gyda se abrieron tanto que Dougal pudo ver la ira enfermiza que contenía en su interior. Dougal le sonrió mientras daba tres rápidas zancadas hacia atrás. Si algo malo iba a pasar, él iba a hacerle frente con una Norn enloquecida. La gema brilló en el puño de Dougal como si de fuego enjaulado se tratara.
La primera advertencia de que algo malo iba a suceder, fue cuando el suelo se tambaleó y se retorció, como la cubierta de un barco que acaba de encallar. A Dougal le fallaron los pies. Gyda se aferró a la tapa del sarcófago con sus cuatro poderosas extremidades. Dougal miró a su alrededor, y el suelo pareció ondularse a su alrededor.
Clagg gritó, – ¡No la sueltes, bookah manazas! ¡Lánzamela a mí!
Luchando detrás del féretro, Dougal levantó la gema en su puño. Si lanzaba la gema al Asura, estaba convencido de que Clagg era capaz de cortar la cuerda y dejarlos a los dos a su suerte. En vez de eso, Dougal guardó la gema en el bolsillo de su camisa y cerró éste con el botón. Luego, agarró la cuerda con ambas manos y empezó a impulsarse lejos del suelo ondulante.
Antes de que Dougal se dirigiera a la puerta, las paredes empezaron a agitarse aún más que el suelo. Dougal miró alrededor de la habitación y vio que la tumba se estaba viniendo abajo.
Los huesos empezaron a caerse del techo hacia el sarcófago uno por uno, flotando en el aire por un momento, luego cayendo en masa sobre el féretro como un enjambre de abejas esqueléticas. En un instante el ataúd se deslizó hacia el suelo, aplastando pedazos de huesos y piedra. Aun agarrándose a la estatua de Blimm encima de la tapa del féretro, Gyda rugió en una mezcla de terror y entusiasmo mientras fragmentos de cráneos caían a su alrededor.
Dougal hizo un esfuerzo con sus pies y se dirigió a la salida corriendo agazapado, abriéndose camino a lo largo de la cuerda atada a la cintura de Rompedor. Vio a Killeen apoyando su cabeza sobre el hombro del gólem, y buscándolo con sus brillantes ojos verdes, luchando con sus brazos tratando de desatarse de la espalda del gólem.
En ese momento, los huesos empezaron a precipitarse desde las paredes. Todos ellos empezaron a girar alrededor de lo que se estaba formando sobre el sarcófago.
Dougal cruzó el tornado de huesos hacia la puerta. Después de unos pocos pasos, perdió el equilibrio al tropezarse con un cacho de cráneo y se golpeó violentamente contra el suelo, noqueando el viento a su alrededor. Mientras intentaba recuperar la respiración, se percató de que había caído sobre la zona donde más huesos llovían. Mirando atrás, al sarcófago, vio a Gyda de pie, junto a la criatura aun formándose, rugiendo y agitando su gran martillo hacia ella con sus dos poderosas manos.
La criatura tenía aspecto humano, pero era mucho más que eso: medía tres veces más que un hombre, y cada una de las partes de su cuerpo estaba formada de fragmentos y trozos de huesos. Donde debía haber sus piernas, se enzarzaban grupos de tibias y fémures incrustados y unidos entre ellos mediante magia. Su cráneo estaba formado con al menos una docena de calaveras rotas cuyos fragmentos se habían unido para formar una cabeza humana. Era muchísimo más alto que la norn.
Gyda rugió con determinación y se deleitó con la idea de luchar con la criatura recientemente formada. – ¡Al fin! – dijo. –¡Una lucha digna para mí! ¡Os enseñaré cómo hacemos esto los Norns!
El martillo de Gyda destrozó cada hueso que golpeaba una y otra vez, convirtiéndolos de huesos a fragmentos, de fragmentos a piezas, de piezas a polvo. Parecía como si Gyda llevase muchísima más ventaja que la construcción de Blimm, y por un momento la esperanza afloró en el corazón de Dougal. Aún debajo de la lluvia de trozos de hueso, tensó el nudo de la cuerda que llevaba atada a la cintura para mantenerse seguro.
–¡El guardián de la tumba! – oyó decir a Clagg, ahora excitado. – ¡Se está formando un enorme guardián de la tumba con los huesos! ¡Una réplica exacta de él mismo, sobrenaturalmente perfecto para guardar su tumba! ¡Nunca imaginé que Blimm haría alguna cosa así!
Tan pronto como la Norn destrozó los huesos, se unieron todos de nuevo. Los fragmentos que volaban a su alrededor habían rozado su piel provocándole al menos una docena de pequeñas heridas. Sus ojos se volvieron locos por un momento, y por un mínimo instante, Dougal notó una mueca de miedo en ella. Luego, ella atacó con un implacable ataque, disponiéndose a lanzar a la criatura al suelo. Sus esfuerzos fueron tan efectivos como atacar un montón de arena.
– ¡Sí! ¡Sigue luchando! – gritó Gyda a la criatura, con su cara ensangrentada y una gran sonrisa, su respiración se hacía más pesada cada instante y los golpes de su martillo se concebían menos viciosos. – ¡Sigue creciendo! Por las fauces del Oso Sagrado, ¡dame una batalla de la que se forjen leyendas!
Clagg estaba un tanto mareado. – Si vencemos al guardián, los huesos de Blimm pueden seguir atacándonos también. Deben de haber grandes maravillas en el sarcófago. ¡Rompedor! ¡Ayuda a la Norn a destruirlo!
El gólem de piedra entró pesadamente en la habitación, con el Asura en el arnés de su frente y una débil Killeen colgando de su espalda. Con una sensación nauseabunda, Dougal se dio cuenta de lo que iba a suceder. Gritó a Clagg que parase.
Era demasiado tarde. Rompedor dio un paso sobre el tambaleante suelo de la sala, el cual sucumbió bajo su pesado cuerpo.
Clagg chilló mientras él, Killeen y su gólem caían a través del suelo hacia la negrura que se extendía debajo de ellos.

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Mensaje  Marea Dom Dic 12, 2010 4:33 am

Gracias Ifrit. Jajaja. Acabas de llegar y ya estas ayudanddo... Q se note esa sangre barquera! Jajaja
No estaba, xq cuando salió y empecé a leerlo tuve q dejar de leer x lo poco q me gustaba lo q estaba leyendo, de modo que dije..... PA QUE?? XD. A esta gente no le esta gustando. Yo temgo el libro original en inglés xD.
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Mensaje  Daniels Dom Dic 12, 2010 4:35 am

jaja claro que si a mi personalmente un libro me tiene ke enganCHARR! mucho para que lo lea y este me a picado mucho no se si sera por que es de GW o no se pero cuando salga en español lo compro fijo xD

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